El instalador puede arrancarse usando ficheros de arranque colocados en una partición existente del disco duro, ya sea cargándolos desde otro sistema operativo o ejecutando directamente un gestor de arranque desde la BIOS.
Se puede conseguir una instalación “completamente a través de la red” usando esta técnica. Esto evita todas las molestias de los medios extraíbles, como encontrar y quemar las imágenes de CD o batallar con muchos, y poco fiables, disquetes.